
La lactancia materna es mucho más que una fuente de nutrición. Se ha demostrado que tiene un impacto directo y poderoso en el desarrollo del sistema inmunológico del bebé, brindando defensas naturales desde los primeros minutos de vida.
La leche materna: una “vacuna natural”
La leche materna contiene una combinación única de nutrientes, anticuerpos, células inmunológicas y enzimas que no se pueden replicar artificialmente. Estas sustancias no solo alimentan al recién nacido, sino que también lo protegen de virus, bacterias y otros patógenos del entorno.
Algunos componentes inmunológicos clave presentes en la leche materna son:
- Inmunoglobulina A (IgA): recubre las mucosas del tracto respiratorio y digestivo, bloqueando la entrada de agentes infecciosos.
- Lactoferrina: inhibe el crecimiento de bacterias al unirse al hierro, que estas necesitan para multiplicarse.
- Lisozima: enzima que destruye bacterias dañinas.
- Células inmunitarias vivas: como linfocitos, macrófagos y neutrófilos.
- Oligosacáridos: promueven el crecimiento de bacterias “buenas” en el intestino del bebé y previenen infecciones intestinales.
Beneficios inmunológicos según la edad del bebé
- En los primeros días (calostro): este “oro líquido” es extremadamente rico en anticuerpos, especialmente IgA, y prepara al intestino del bebé para recibir alimentos.
- Durante los primeros seis meses: la lactancia exclusiva reduce significativamente el riesgo de infecciones respiratorias, diarreas, otitis media y otras enfermedades comunes.
- A largo plazo: bebés amamantados tienen menor probabilidad de desarrollar enfermedades autoinmunes, alergias, obesidad y ciertos tipos de cáncer en la infancia.
¿Qué pasa si la madre tiene infecciones?
Lejos de ser un riesgo, muchas veces la leche materna se adapta: cuando la madre enferma, su cuerpo produce anticuerpos que pasan al bebé a través de la leche, ayudándolo a defenderse de ese mismo virus o bacteria. Esto ocurre incluso con enfermedades como la gripe o el COVID-19 (bajo indicaciones médicas).
Conclusión
La lactancia materna es uno de los mejores regalos inmunológicos que una madre puede ofrecer. Sus beneficios no solo se limitan al plano nutricional, sino que constituyen una verdadera defensa biológica personalizada para cada bebé.
Amamantar es una decisión de salud pública y una herramienta poderosa de prevención desde la cuna.