La manifestación más característica de las distintas formas de paludismo es la aparición de episodios de fiebre, precedidos de escalofríos intensos, que ceden con sudoración muy abundante, dando paso a una fase de relajación y baja temperatura. Estos ciclos se repiten con una cadencia distinta dependiendo del ciclo vital de la especie infectante, de modo que se habla de fiebre terciana (cada tres días) o cuartana (cada cuatro días).
